Archivo por meses: marzo 2018

La represión necesaria

Se observa una alarmante inestabilidad semántica en el uso del peyorativo “fascista”, y ya se sabe que la irresponsabilidad lingüística lleva a la confusión, y la confusión a la injusticia. Se justificaban los alegres nacionalistas que fueron a amenazar de muerte el otro día a la familia del juez Llarena diciendo que este era un “fascista”. Eso sí, la amenaza fue muy risueña, en una reivindicación totalmente festiva, con chocolate y churros, café y ron, muy típico lo de apuñalarte con la mejor de las sonrisas. Pero qué digo, no quiero caer en la trampa de tomar a los indepes por representantes de toda Catalunya, que desde luego no lo son.

Un fascista es sencillamente un nacionalista sin la debida represión. Porque la salud de toda democracia, que es a fin de cuentas la salud de la humanidad, exige reprimir al nacionalista sin contemplación ninguna. El fascista es sencillamente un nacionalista que llega al poder, un nacionalista mandando. Por eso hay que ponerle en su sitio desde el principio, preventivamente, para que no mande, porque con el nacionalista no cabe arreglo político si tiene poder; porque todo nacionalista se construye a sí mismo, inexorablemente, negando la humanidad del otro, del no nacionalista. Y esto no tiene vuelta de hoja, como enseñan la historia y la psicología. La Gran Guerra, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial…igual no se hubieran dado si se hubiese reprimido adecuadamente, sin contemplaciones, a los elementos nacionalistas. Y ahora nuestra democracia corre un gran peligro, los puchdemones y los tejeros son esencialmente lo mismo, como todo el mundo sabe. El que siga pensando que los puchdemones son otra cosa mucho más tierna que los tejeros porque no ametrallaron el Parlamento solo tiene que esperar a que dispongan de ametralladoras para decidirse a entrar en Valencia y Baleares.

Es natural que de vez en cuando nos asalte, tentador, el pensamiento de lo magnífico que sería dejar hacer hasta el final a los independentistas del catalanismo: ¡se irían con la música a otra parte! ¡Quitárnoslos de encima, qué felicidad! ¡Dejar de oírlos no tendría precio! Pero si nos dejamos tentar, y decimos esto, responderán con el reproche de la catalanofobia. A riesgo de que ganen con ello, nos gustaría poder decirles, entonces, que bien a pulso se la habrían ganado: ¿qué esperaban? Pero hay que vencer la tentación porque hay muchos catalanes no independentistas que serían purgados o masacrados incluso, andando el tiempo, por los nacionalistas en el poder. Por supuesto que no les podemos dar la espalda.

Ni qué decir tiene que el inmenso peligro del nacionalismo viene sobre todo de que es muy humano, porque representa una magnífica solución al eterno problema de la vida humana desde el momento en que lo que sobresale en todo nacionalista es su miedo y su cobardía. Quien haya experimentado la muerte de Dios sabe que los humanos estamos esencialmente solos, y que ninguno de nosotros va a llegar arriba de los cien años. Estamos solos, en lo fundamental, y nos vamos muriendo todos los días: como darse cuenta de esto es mucho más de lo que tantos pueden soportar, el nacionalismo tiene éxito porque les proporciona una solución redonda, la mejor junto con la religiosa. Ni estoy solo ni me voy a morir, se dice el nacionalista, si me sumerjo en la baba del útero de la Madre Patria. Además, así sabré a quién tengo que querer y a quién odiar, así ya no tendré que pensar y que decidir por mi cuenta y riesgo, porque habré dimitido de mi condición individual, y del peso de mi responsabilidad, para integrarme en el magma de los alegres fanáticos descerebrados que entonan el himno que sea. Dice el nacionalista que quien olvida sus raíces pierde su identidad, y con eso pretende asimilarnos a su autoengaño sugiriéndonos que los humanos tendríamos identidad, o que habría un modo de no perderla, cuando en absoluto la tenemos (eso ni lo arreglaba Dios ni mucho menos ahora la Madre Patria). Como se sabe, como mucho se podría decir que somos hijos de nuestras obras y de nuestros decires, pero el nacionalista, como individuo, ni dice ni hace nada que sea distinto a lo que dice y hace la masa de borregos nacionalistas. Obtiene una falsa identidad al renunciar a la única identidad, parcial, que es posible.

Cuando hace ya muchos años la televisión española le hizo una entrevista a Lluís Llach, este reconoció que era nacionalista catalán, pero en seguida pretendió quitarle hierro al asunto, y hacerse simpático al modo típico, con esa maldad de raquítico tan típica del niño de colegio de curas tal vez pederastas, alegando que para él el nacionalismo no era eso de las naciones y las banderas, qué va, qué va, faltaría más, sino la reivindicación de que el individuo solo puede ser libre en el seno de un pueblo libre. Nos estaba engañando a todos y se estaba engañando a sí mismo el cantante catalán, porque el nacionalismo supone dimitir como individuos, es justamente eso que Llach negaba con la mayor desfachatez, o sea, nuestra disolución en las naciones y las banderas. El que fuera mejor músico del país y un buen poeta ya tenía su enfermedad, entonces, bastante avanzada.

Perón

En la prensa apareció el otro día que Pablo Iglesias había dicho en Argentina que reivindicaba las raíces peronistas de su movimiento. No hay que tomarlo muy en serio porque abundan hoy las noticias falsas, por ejemplo estuvimos leyendo no hace mucho que la policía madrileña asesinaba a inmigrantes senegaleses, y luego resultó que no era verdad…
Lo cierto es que no voy a decir que para mí Perón siempre fue el fascismo argentino, un patriarca, un verdadero caudillo al que vi varias veces en las imágenes en blanco y negro del NO-DO abrazado con Franco, un gran amigo de Franco. No lo voy a decir, porque hoy leo que el mismísimo Laclau hunde sus raíces en el peronismo, aunque a esto no hay que hacerle mucho caso porque hoy casi todas las noticias son falsas, y por otra parte el día menos pensado aparece un intelectual orgánico convenciéndome de que lo blanco es negro y lo negro blanco, ese es su trabajo.
Pero además no sé qué idea se tiene hoy del fascismo, el fascismo es del Volk, aquí lo tuvimos muchos años, y había mucha gente del pueblo que estaba verdaderamente encantada, y es que el pater, cómo no, cuidaba de la gente, el caudillo cuidaba de los suyos porque se trataba de la mafia nacionalista de toda la vida, española, italiana o catalana. Recuerdo perfectamente a decenas de miles de personas muy populares llorando, hechas papilla ante el cadáver de Franco, no me lo estoy inventando, esto juro que no es una noticia falsa.
En fin, si hubiera que elegir entre “el régimen de 1978” y un neoperonismo yo lo tendría muy claro…

El mal y el lenguaje

“Lo que por encima de todo le inquietaba a Mauthner era la tendencia que tiene la gente ordinaria a atribuir realidad a los términos abstractos y generales. Consideraba que esta tendencia a reificar las abstracciones era el origen no solo de confusiones especulativas, sino también de la injusticia práctica y del mal existentes en el mudo. La reificación —para emplear una expresión machiana —engendra toda suerte de ‘monstruos conceptuales’. En el terreno de la ciencia tenemos las engañosas nociones de fuerza, leyes de la naturaleza, materia, átomos y energía; en el de la filosofía, las nociones de sustancia, objetos y absoluto; en el campo de las ideas religiosas tenemos la de Dios, el demonio y la ley natural; en los asuntos políticos y sociales, la obsesión por nociones como raza, cultura y lengua, así como por su pureza y profanación. En todos los casos de esta índole la reificación implica suponer la existencia de entidades que son ‘metafísicas’. Por ello, Mauthner consideraba que metafísica y dogmatismo son caras de una misma moneda, y que eran asimismo la fuente de donde manan la intolerancia y la injusticia”

(Janik y Toulmin, La Viena de Wittgenstein, p. 154)

Manipuladores

En vena nietzscheana hay que decir que, para todo “así” y para todo “asá”, la declaración de que “el humano debe ser así y asá” carece por completo de sentido inteligible, habida cuenta de que la de la libertad no es sino la ideología del verdugo o del agitador llevados ambos por el deseo de encontrar culpables. Pero entonces todos aquellos que nos dicen todavía hoy cómo debemos “gestionar” nuestras emociones, es decir, lo que nos tiene que alegrar y entristecer; todos esos policías del alma que no se paran en barras lo que en realidad pretenden es dominarnos absolutamente. Los curas y las monjas, con aquello de que debemos amar a nuestros enemigos (¡!); los psicólogos y las psicólogas, con la murga de que debemos ser empáticos, o si no asertivos, mandato en lo que coincidiría más bien milagrosamente la moral con la salud mental; las locutoras de La Sexta, con el lloriqueo incesante que busca nuestra entrega sentimental a la solidaridad con las diversas desgracias que sin cesar el mundo dispone, y seguirá casi con seguridad disponiendo por los siglos de los siglos; los flojeras leninistas en versión latina que son los de Pablo Iglesias y su panda, exigiendo de nosotros empatía como la única clave para solucionar el estancamiento de la situación con el problema catalán; o bien Monedero denunciando, para acabar de indignarnos del todo, la actitud según él asesina de la policía madrileña que se la tiene jurada a los manteros desde el presunto racismo institucional imperante. Nada de esto tendría ningún sentido a no ser que lo contempláramos desde la suposición de una sed de dominio desmesurada por parte de todos estos cabecillas y cabezones que aspiran nada más y nada menos que a manipular nuestras emociones constantemente. Los líderes de masas siempre han querido ser técnicos consumados en el manejo de los resortes retóricos del modelado emocional, como se sabe desde Aristóteles y luego con Hitler. Pero hacen el ridículo todos ellos, porque hoy sabemos que si no queremos en el alma ajena nadie entra, y quien pugne por entrar en la nuestra nos está dando permiso para darle una patada en el culo a la menor oportunidad que tengamos.

Asesinato

Si A persigue a B, y en el curso de la persecución B muere de un infarto, podremos decir que A asesinó a B si y solo si A sabía que era altamente probable que como resultado de la persecución B iba a morir de un infarto. De otro modo es una calumnia criminal.

Hambre

Con esa su tan característica genialidad omnívora, a Fodor le ocurre lo mismo que a Lacan. Su lectura nos lo promete todo, nos promete nada menos que resolver el enigma del hombre lo que es lo mismo que decir el enigma del mundo, y además resolverlo aquí y ahora, encima de tu mesa con sus libros abiertos frenéticamente subrayados. Su lectura nos despierta entonces un hambre espantosa. Y no paramos hasta descubrir indignados y confusos que no nos dan, ni muchísimo menos, lo que nos habían prometido, algo así como el pan de Dios, la ambrosía. Nos dejan los dos igual de hambrientos que antes, pero además completamente agotados y confundidos, mareados por la tortura de haberles leído con tanta atención.

Dos seductores para el amor a la sabiduría, y el doloroso chasco de no llegar a ella en absoluto conducidos por ellos.

Revolucionarios en un sentido nietzscheano

«Nosotros, los que fuimos niños en medio del aire pantanoso de los años cincuenta, somos por necesidad pesimistas en lo referente al concepto ‘alemán’; no podemos ser otra cosa que revolucionarios, — nunca aceptaremos un estado de cosas donde se imponga el mojigato. Me es completamente indiferente el que hoy en día el mojigato se disfrace con otros colores, tanto si se viste de escarlata como si se pone el uniforme de húsar…»

Ecce Homo-Inteligente, 5.

Da igual que el mojigato o santurrón sea de izquierdas o de derechas, hombre o mujer, populista o neoliberal… Nuestra lucha es contra él.

Salvarnos

Hasta en las redes sociales los hay que nos anuncian que «Jesús salva». Pero ¿de qué nos salva, exactamente, el tal Jesús? Y es que a estos no les entiendo cuando hablan, para mí es como si hablaran chino. Doy en pensar que hoy la creencia religiosa es cosa de mal gusto, más que nada. Para no hablar de exhibirla en público.

«–¿Por qué sé yo algunas cosas más? ¿Por qué soy en absoluto tan inteligente? No he reflexionado jamás sobre problemas que no lo sean–no me he malgastado. — Por ejemplo, no conozco por experiencia propia dificultades genuinamente religiosas. Se me ha escapado del todo hasta qué punto debía yo ser «pecador». Asimismo me falta un criterio fiable sobre lo que es remordimiento de conciencia: por lo que de él se oye decir, no me parece que sea nada estimable… (…)
‘Dios’, ‘inmortalidad del alma’, ‘redención’, ‘más allá’, todos esos son conceptos a los que no he dedicado ninguna atención, tampoco ningún tiempo, ni siquiera cuando era niño–¿acaso no he sido nunca bastante pueril para hacerlo?–El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, menos aún como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente. Soy demasiado curioso, demasiado problemático, demasiado altanero para que me agrade una respuesta burda, una indelicadeza con nosotros los pensadores, — incluso en el fondo no es nada más que una burda prohibición que se nos hace: ¡no debéis pensar!…
Muy de otro modo me interesa una cuestión de la cual, más que de ninguna rareza de teólogos, depende la ‘salvación de la humanidad’: el problema de la alimentación».

(Nietzsche, Ecce Homo-Inteligente, 1)

The Greeks

«The most fortunate and satisfactory configuration of the political and social situation can scarcely be found among the Greeks; this goal is borne in mind by our visionaries of the future. Terrible! For it must be judged according to the following criterion: the more spirit, the greater the suffering (as the Greeks show). Therefore, too: the more stupidity, the more well-being. The philistine of culture is the most satisfied creature ever seen under the sun, and must have a stupidity commensurate with it»

(Nietzsche, PF  II, 1ª, 3 [65])