Lo que le resulta vital a este individuo vivaracho y a sus trascendentales proyectos por supuesto que es el reconocimiento internacional. Esa es la única oportunidad que tienen.
Pero para conseguirlo no servía un referéndum como este, que era como de teatro cómico o astracanada, organizado por los amigos, aunque eran muchos. Entonces, ¿por qué siguió con él hasta el final? Yo apuesto a que porque era seguro que iba a haber cientos de heridos ya que era ilegal, y entonces los antidisturbios tendrían que cumplir órdenes, y ya se sabe que en la esencia operativa del antidisturbios cuando cumple órdenes radica el molerte con la porra si te dice dos veces que te vayas y no te vas, esto lo digo por mi experiencia juvenil con ellos, cuando eran mucho peores que ahora, y lo digo para que las almas cándidas o hipócritas no se vayan a creer que cuando el antidisturbios se te acerca con la porra enhiesta y lo recibes con la mejor de tus sonrisas te va a acariciar el pelo de la cabeza o a darte un beso en la mejilla.
Pero eso de los novecientos heridos, al parecer todos menos dos atendidos en la calle o de simple entrar y salir de la clínica, eso sí que se puede rentabilizar para ese fin vital de la independencia vía insurreccional que es el reconocimiento internacional.
Así que el conductor de la patria no dijo más que la verdad de sus intenciones cuando al término del referéndum dijo solemne aquello de que, con todo su sufrimiento de aquel día, el pueblo de Cataluña «se había ganado el derecho» a tener su Estado. Tuvo el individuo vivaracho toda la ventaja sobre Rajoy, que como se sabe en su tierra es lo que se dice parvo, y entonces como contar no cuenta para nada serio.