Archivo por meses: octubre 2017

Junqueras

Los nacionalismos no son más que la consecuencia más mema y pelmaza de la muerte de Dios, si es que queremos importunarnos bajando a lo onto-epistémico e histórico-social. Ni un problema político ni tampoco uno legal, simplemente un problema psiquiátrico (lo que es infrecuente en el individuo sería casi la regla en las colectividades y en las épocas).

Junqueras el Frailuno se presenta a sí mismo como esencialmente «una buena persona». Y quiere con ello decir que algo le tendrán que dar por serlo, ya que ya no creemos en el cielo.

Cataluña

Todo el día pensando en Cataluña como si no hubiera nada más entre el cielo y la tierra, estoy hasta las narices. Y además tampoco es para tanto, yo me tuve que pasar dos años en Terrassa por causa de un error administrativo, y solo oía hablar de fútbol y de lo caro que está todo. También me intentaron catequizar los nacionalistas, por supuesto, tras haberse asegurado de que yo no era de Madrid (me preguntaban siete u ocho veces diarias que de dónde era yo). Uno que se fingió amigo mío, entre viaje y viaje a Andorra en busca de gangas, me regalaba discos de Llach, que a mí me gustaban mucho, y alguna que otra gramática catalana. Me mandaron además a un congreso sobre la organización catalana de la enseñanza media y allí fue donde se me pusieron los pelos de punta al oír disertar a cretinos de las juventudes nacionalistas acerca de la figura egregia de Jordi Pujol, que era el hombre íntegro y el modelo ético al que querían parecerse todos ellos, los muy trepas. En fin, y también tuve que esquivar a un pobre desgraciado del Opus Dei que me confundió con un marginado al que había que acoger en el seno nutricio de la madre iglesia. Acabó diciéndome, muy decepcionado, que a la gente como yo había que ahorcarla, y no estaba bromeando.
En fin, un país agradable. Pero menos mal que también conocí a gente digamos normal, recuerdo con cariño sobre todo a un alumno, Carlos Aguilar, y al bedel Aresenio, que era de Lugo. Los normales, o sea, los que no estaban corrompidos por el fanatismo religioso, sea la Idea de Nación sea la Idea del Dios que todo lo ve y lo juzga.

Puigdemont

Lo que le resulta vital a este individuo vivaracho y a sus trascendentales proyectos por supuesto que es el reconocimiento internacional. Esa es la única oportunidad que tienen.

Pero para conseguirlo no servía un referéndum como este, que era como de teatro cómico o astracanada, organizado por los amigos, aunque eran muchos. Entonces, ¿por qué siguió con él hasta el final? Yo apuesto a que porque era seguro que iba a haber cientos de heridos ya que era ilegal, y entonces los antidisturbios tendrían que cumplir órdenes, y ya se sabe que en la esencia operativa del antidisturbios cuando cumple órdenes radica el molerte con la porra si te dice dos veces que te vayas y no te vas, esto lo digo por mi experiencia juvenil con ellos, cuando eran mucho peores que ahora, y lo digo para que las almas cándidas o hipócritas no se vayan a creer que cuando el antidisturbios se te acerca con la porra enhiesta y lo recibes con la mejor de tus sonrisas te va a acariciar el pelo de la cabeza o a darte un beso en la mejilla.

Pero eso de los novecientos heridos, al parecer todos menos dos atendidos en la calle o de simple entrar y salir de la clínica, eso sí que se puede rentabilizar para ese fin vital de la independencia vía insurreccional que es el reconocimiento internacional.

Así que el conductor de la patria no dijo más que la verdad de sus intenciones cuando al término del referéndum dijo solemne aquello de que, con todo su sufrimiento de aquel día, el pueblo de Cataluña «se había ganado el derecho» a tener su Estado. Tuvo el individuo vivaracho toda la ventaja sobre Rajoy, que como se sabe en su tierra es lo que se dice parvo, y entonces como contar no cuenta para nada serio.