“Lo que por encima de todo le inquietaba a Mauthner era la tendencia que tiene la gente ordinaria a atribuir realidad a los términos abstractos y generales. Consideraba que esta tendencia a reificar las abstracciones era el origen no solo de confusiones especulativas, sino también de la injusticia práctica y del mal existentes en el mudo. La reificación —para emplear una expresión machiana —engendra toda suerte de ‘monstruos conceptuales’. En el terreno de la ciencia tenemos las engañosas nociones de fuerza, leyes de la naturaleza, materia, átomos y energía; en el de la filosofía, las nociones de sustancia, objetos y absoluto; en el campo de las ideas religiosas tenemos la de Dios, el demonio y la ley natural; en los asuntos políticos y sociales, la obsesión por nociones como raza, cultura y lengua, así como por su pureza y profanación. En todos los casos de esta índole la reificación implica suponer la existencia de entidades que son ‘metafísicas’. Por ello, Mauthner consideraba que metafísica y dogmatismo son caras de una misma moneda, y que eran asimismo la fuente de donde manan la intolerancia y la injusticia”
(Janik y Toulmin, La Viena de Wittgenstein, p. 154)