Salvarnos

Hasta en las redes sociales los hay que nos anuncian que «Jesús salva». Pero ¿de qué nos salva, exactamente, el tal Jesús? Y es que a estos no les entiendo cuando hablan, para mí es como si hablaran chino. Doy en pensar que hoy la creencia religiosa es cosa de mal gusto, más que nada. Para no hablar de exhibirla en público.

«–¿Por qué sé yo algunas cosas más? ¿Por qué soy en absoluto tan inteligente? No he reflexionado jamás sobre problemas que no lo sean–no me he malgastado. — Por ejemplo, no conozco por experiencia propia dificultades genuinamente religiosas. Se me ha escapado del todo hasta qué punto debía yo ser «pecador». Asimismo me falta un criterio fiable sobre lo que es remordimiento de conciencia: por lo que de él se oye decir, no me parece que sea nada estimable… (…)
‘Dios’, ‘inmortalidad del alma’, ‘redención’, ‘más allá’, todos esos son conceptos a los que no he dedicado ninguna atención, tampoco ningún tiempo, ni siquiera cuando era niño–¿acaso no he sido nunca bastante pueril para hacerlo?–El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, menos aún como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente. Soy demasiado curioso, demasiado problemático, demasiado altanero para que me agrade una respuesta burda, una indelicadeza con nosotros los pensadores, — incluso en el fondo no es nada más que una burda prohibición que se nos hace: ¡no debéis pensar!…
Muy de otro modo me interesa una cuestión de la cual, más que de ninguna rareza de teólogos, depende la ‘salvación de la humanidad’: el problema de la alimentación».

(Nietzsche, Ecce Homo-Inteligente, 1)

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