Archivo por meses: noviembre 2013

«Pues el fascismo nace como ideología y actitud anímica de la profunda angustia de este mundo adolescente, de la enemistad con la vida que destruye todo respeto y devoción hacia ella. Rencores y resentimientos profundos que no han podido romper su costra»

(María Zambrano, 1937)

Así que la falsificación viene del resentimiento y del odio.

«Se produce el fascismo en una situación social y económica determinada, sin duda. Pero el fascismo lo hacen los fascistas, y hay un ‘hombre fascista’ con sus características que podríamos reconocer aunque lo hallásemos en una isla desierta; hay un funcionario fascista de la inteligencia; una utilización del poder de la inteligencia y sobre todo el poder de enmascarar, de falsificar, que tiene la inteligencia. El fascismo nos muestra la desgracia que para el hombre es el conservar las palabras, los conceptos sin vida ya, de cosas que han sido y ya han dejado de servir. Sería mucho mejor que, cuando tales épocas llegan, el hombre olvidase todo lo que en otros tiempos sirvió para su grandeza y se encontrase de nuevo solo»
(María Zambrano, 1937)

Nihil novum sub sole

«Pero esta audacia, este afán desmedido de verdad y veracidad, este desenmascaramiento constante de todo, no hubieran existido de no estar aguijoneados por el amor más terrible, ardiente y decisivo. No habrían existido si Nietzsche no hubiera sido un enamorado»
(María Zambrano: «Nietzsche o la soledad enamorada», 1939).

LA PSICÓLOGA

La psicóloga de la televisión quería sin duda esperanzarnos al referirse a las «fortalezas de amor» con que contaban aquellos pobres niños que habían sufrido tan gran desastre, y que era deber de los psicólogos liberar y poner en acto.

Con ese lenguaje tan chocante en una científica por supuesto que se desbordaba su sentimiento maternal, sin duda un poco ofensivo para los que la escuchaban por acompasarse a la perfección con la tradicional babosería vaticanista.

Cultura cristiana al cien por cien la de la psicóloga, por encima de la científica que se daría por descontada. Lo cual se notaba en que hablaba de amor, y no de apego o de cualquier otra cosa.