La película relata una traición consciente al platonismo que suscribe el platonismo. En este bajo mundo, incluso Roma es bajo mundo, todo lo que se puede encontrar, como mucho, es belleza (las dos mujeres, inicial y final, del protagonista, con las que no se acuesta; los tesoros de los palacios romanos, a lo que tiene acceso privilegiado). Pero el tan crítico protagonista aspiraría no a la belleza sin más sino a la gran belleza que le permitiría escribir por fin el gran libro. Claro está que aquí, ¡¡en Roma!!, no la va a encontrar. En la noche de Roma, con los escritores y los pintores de fiesta, te vas a chocar de frente con gordas cocainómanas, pornógrafos heroinómanos, gordos salidos que sudan, enanas astutas, todos ellos bailando «Mueve la colita». Todos al pasar los cincuenta con sus vidas más o menos destrozadas, queriéndose en medio del fracaso de todos, un fracaso que todos conocen. Y por eso bailan y dicen bobadas, porque se quieren y evitan decirse la verdad. Lo importante en el hombre de mundo es el cuidado de la representación. Sobre todo en la máxima representación que sería un funeral. La palabra, el gesto siempre más adecuado, la actuación perfecta. El mundo como representación, teatral, que te permite llorar pero a condición de que sea por dentro. Para subir a la gran belleza está la momia, la santa, la mística, que a sus ciento y pico años sube a cuatro patas unas escaleras interminables (como en el Banquete y el Fedro platónicos el alma enamorada). Accesión erótica de la momia, en el límite de la vida y la muerte, que sin duda alcanza la gran belleza porque la momia viene del silencio («la pobreza se vive pero no se cuenta»). Eso lo llega a reconocer el protagonista cuando se va. Pero con él que no cuenten para subir la escalera y abandonar este mundo de fango y de pequeñas bellezas. Él es de este mundo de aquí abajo, el del teatro de la gente que se quiere, pero sobre todo el mundo del lenguaje, del bla, bla, bla en que se nos va la vida. Sabe el protagonista que su mundo tiene su profundidad debajo del bla, bla, bla, que de vez en cuando se puede atisbar el fondo desde la costra de la estupidez y de la charlatanería. Una tontería y una verborrea que bailan el «Mueve la colita» pero que a algunos les permite atisbar el fondo, lo profundo, lo que sería eterno a su manera, de otra manera. El platonismo tiene razón: la carne se pudre en Roma pero tenemos la oportunidad de ascender místicamente a la gran belleza. A pesar de ello el protagonista, que lo sabe, no quiere dejar de hablar, el magnífico bla, bla, bla, del que quedará en cualquier caso ese fondo que nos deja ver la belleza, pequeña pero viva.
Archivo por meses: diciembre 2013
Cultura popular
Cuando yo era muy joven todo lo que escuchaba la gente del pueblo era la copla y el flamenco, y todo lo que veía en la tele, aparte de los toros y el fútbol, películas de vaqueros o el asesinato de Kennedy, un santo.
El problema es que yo era gallego, como toda mi familia. ¿No es esto como estar exiliado, literalmente?
Familia Cristiana
Un cura de los de más rango ha venido a decir hoy que le debemos a la Iglesia Católica nada menos que el haber salvado a la juventud española del «sexo salvaje». ¿Pero quién les había pedido que nos salvaran de eso? Y es que puede ser la enfermedad mental mucho peor que el sexo salvaje, entiendan como lo entiendan ellos ese sexo salvaje, en su imaginación tan calenturienta. ¿Qué sabrán los curas del sexo, mucho menos del «salvaje»? Por cierto, ¿qué será el sexo salvaje? (uno siempre se acaba cansando, el sexo tiene su propia medida, para pocas salvajadas estamos ya en ese terreno).
¡Déjenme vivir como Dios o la Naturaleza me dé a entender! Por favor, no insistan más, hace tiempo que ya no lo soporto: YO NO SOY CRISTIANO. ¿Se enteran? YO NO SOY CRISTIANO. Lo cual no quiere decir necesariamente que sea una mala persona o un perro (conozco a mucha gente de muchísimo cuidado que aseguran que son cristianos). Ya sé que su fe tiene poco sentido si no intentan convertirnos y redimirnos a los que no creemos, pero yo no tengo la culpa de eso.
Y ya que tenemos confianza después de tantos años, les diré que si yo no soy de su fe no es porque haya tantos casos poco ejemplares entre sus filas, ni siquiera porque en los colegios de curas, me consta, algunos de ustedes hayan acosado o incluso abusado sexualmente de niños y adolescentes (eso es verdad que pasa en las mejores familias, sobre todo las que pretenden que la sexualidad no existe si uno no quiere). Tampoco porque fueran ustedes el brazo «espiritual» del franquismo. Sino porque a mí la creencia cristiana me parece absurda, simplemente absurda, por no decir delirante (que no lo llego a decir porque no quiero faltarle al respeto a nadie). Los conceptos de vida y de eternidad no se pueden reunir, toda vida por definición es transitoria, todo lo que hay es transitorio, no hay nada fuera del tiempo. «Vida eterna» en consecuencia no significa nada. Y el concepto de pecado es una verdadera monstruosidad prehistórica, origen de tantas dolencias anímicas puramente imaginarias. Pero que la creencia cristiana haya durado tanto y que por otra parte sean ustedes tantos no me convence de lo contrario, porque ocurre que yo no soy demócrata desde el punto de vista epistemológico (por lo demás, ustedes tampoco).
En segundo lugar, no es sólo que en mi vida su fe no juegue ningún papel es que además tengo la seguridad de que la vida humana es mejor sin ella, más intensa y llena de aventura, menos ilusoria. ¡¡Qué le vamos a hacer!! No somos todos como ustedes, ni tenemos por qué vivir todos de acuerdo con lo que ustedes piensan que es la voluntad de Dios. Por favor, hagan un esfuerzo para comprenderlo de una vez.
Asegura una católica española, madre de 18 hijos, que nadie puede meterse en la cama de un matrimonio. ¡¡Qué ocurrencia!! ¡¡Meterse en la cama de un matrimonio!! ¿Será eso lo del sexo salvaje? ¿Será que no hay un cura metido en la cama de los matrimonios creyentes?
El verdugo
Lo único que diferencia del Ministro Wert al verdugo (el joven) de Berlanga es que al verdugo (el joven) de Berlanga no le gusta su trabajo.
Non serviam
Da toda la impresión de que la gente en general es feliz sólo cuando encuentra a alguien o algo a quien servir incondicionalmente, Dios, la Sociedad, su Yo. Sólo el diablo parece que encontró su felicidad en el no servir a nadie ni a nada. ¿Es posible hoy la vía del diablo? Me parece que sólo a costa de renunciar a la felicidad, hasta tal punto todos somos sirvientes. «Vale quien sirve», y quien no sirve no vale, es decir, está en el infierno.
Pánico dan los Señores, Dios, la Sociedad, el Yo, porque todos ellos nos obligan a matar y a matarnos. A hacerles continuos sacrificios.
Ser desobediente
Ser desobediente, de manera radical, significa no resignarse a nuestro propio concepto, a nuestro nombre propio, rebelarse contra el verbum dei que pesa sobre nuestro destino como palabra de nuestro Señor. Ser desobediente, de manera radical, significa destruir la ilusión de la identidad personal, lanzándonos por la senda de las metamorfosis sin fin (la senda natural).
Ser desobediente, de manera radical, significa haber descubierto que no había nadie a quien hubiéramos podido obedecer.
La religión
Organización institucional pre-científica de la materia psiquiátrica.
Altamente ambigua, nociva y provechosa.
Neurosis religiosa
Que la creencia religiosa, cualquiera de ellas, no deje nunca de ser constitutivamente demencial, lo cual es evidente, no le quitaría nada del valor simbólico que pueda tener en concreto, como senda particular de ese laberinto infernal que es el «alma» humana.
Una mala noche
«Estuvo mal, muy mal, el pobrecillo, con su brote psicótico en curso. Se ha pasado toda la noche volando de fiebre, sin pegar ojo, hablando continuamente de cosas incomprensibles. La única que recuerdo es porque la repetía sin cesar: algo así como que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia y verdad…En fin, se conoce que después la medicación le fue haciendo efecto y se quedó más tranquilo, lo que decía empezaba ya a tener algún sentido, todo lo anterior no habría sido más que un mal sueño…
¡¡Somos afortunados por contar con estos adelantos de los psicofármacos!! ¿Que tuvo que ser de nosotros cuando no los había?»
Olor a sacristía (cheiro a crego)
La teología católica en su trasfondo psiquiátrico no es más que delirio sistematizado, como el del paranoico pero en latín, un delirar intergeneracional cristalizado en dogmas de fe que sin duda tendría su foco generador en lo fisiológico de las hormonas torturadas, en el semen retenido de los varones pensantes de la secta, pues ya se sabe que sobre todo en lo filosófico «semen retentum venenum est».
La única manera de liberarnos del olor a sacristía que asfixia a nuestro país sería que estos varones del semen retenido se liberaran antes a sí mismos, o se curaran. Orgasmoterapia intensiva. El burdel, tan denostado, como única esperanza, Rouco en una orgía que durara años.