Archivo por meses: diciembre 2014

Pedro Sánchez

Muy buena persona, excelente persona, todo claro en él, transparente, sin trasfondo, sin dobleces, todos los suyos tan esforzados en recalcar que lo que dice lo hace por difícil y duro que sea.
Pedro Sánchez, tan buen rollo, sólo se emborrachó de joven porque es totalmente normal, ni un tarado ni un carca: cada cosa a su tiempo.
Pedro Sánchez, tan buen rollo, le echa en cara a Pablo Iglesias la rabia, el mal rollo, porque los identifica con lo no constructivo (lo destructivo será, tan malo).
Pedro Sánchez, la moral, tan transparente.
Pero el político, ante todo, debe poder ser «no bueno» cuando haga falta, porque si no no vale para nada. A los patéticos bambis, el capitalismo salvaje de estos neoliberales y neofascistas les da por saco uno a uno en fila india. Por eso los dueños del dinero y de las esencias sólo nos permiten bambis, todo lo más bambis, los demás son malos y peligrosos (para ellos).
Contra el capitalismo salvaje si no hay rabia y «mal rollo» no podemos nada. El capitalismo salvaje es un canalla que nos exige ser buenecitos, hasta ahí podríamos llegar en la tontería.
Por lo demás, hay que andarse con cuidado porque todo el mundo sabe que cuanto más presumen éstos de buenas personas más canallas o enfermos o tontos son, por eso tienen que usar la moralina como arma política.

Realeza

El Rey de España no dice en el fondo nada que no diga Rajoy. De modo que uno se pregunta qué añade la monarquía.
La monarquía añade lo de siempre, respaldo metafísico, comunicación con lo eterno, imposición de manos.
En el Rey encarna la Esencia, España inmutable, una y la misma en el discurrir de la Historia. (En plan majete, claro, moderno).
Y es la Esencia a su través la que respalda al gobernante, dándole una sanción que sigue siendo sobrenatural porque vendría de más allá del tiempo.
(En épocas menos ordenadas, más brutales, menos civilizadas, teológicas antes que metafísicas, se era caudillo por la gracia de Dios).

Wittgenstein

Constatar hechos lingüísticos en lugar de avanzar pseudoexplicaciones salvajes, esa fue la senda por la que pretendió lanzar a la filosofía Ludwig Wittgenstein.
Con lo que el trabajo de Platón, Aristóteles o Leibniz quedaba reducido a una lamentable pérdida de tiempo carente por completo de sentido, mientras que una charla de los mormones, de los testigos de Jehová o de los del Opus había que concluir que estaban perfectamente en orden porque el lenguaje religioso en cualquiera de sus formas sí que se hallaba entretejido con una forma de vida.
Una indignante manera de resituar el trastorno mental.

Creer

Freud dijo aquello tan cierto de que la gente no quiere la verdad sino el consuelo. Es la necesidad acuciante de creer en algo, de creer en cualquier cosa por muy absurda y delirante que sea. O mejor, cuanto más absurda y delirante sea una cosa con más pasión se llegará a creer en ella.
De modo que parece haber una relación directa entre el delirio y la felicidad del consuelo.

Que se presente un canijo caduco anunciando que él es la reencarnación de San Miguel Arcángel y que por esa razón ser irrigada/o con su semen trae como consecuencia la purificación del alma, oséase la salvación, uno no sabe si es para tirarse por el suelo de la risa, llamar a los loqueros o simplemente para quedarse como si tal cosa, porque la verdad es que se vienen oyendo cosas aun más raras (como que se acabó la crisis).

Pero lo imperdonable, lo que no tiene nombre y desafía a cualquier movimiento del pensar es que hayan surgido alrededor de 20 mujeres jóvenes que se conviertan en fervientes seguidoras del majadero. Para salvarse, supongo.

Los bellacos contra la Universidad

Ahora son los bellacos de todos los pelajes, antes era solo el más nefasto ministro, los que renuevan el esfuerzo por demoler la universidad (pública, por supuesto, a los curas todo el respeto del mundo, sólo les pasa lo de la pederastia pero en lo demás fenómeno). Se dan cita en ello con sus insultos los que no pudieron entrar porque no sabían hacer la O con un canuto, o los que calentaron su culo muchos años en ella y se aprovecharon todo lo que pudieron de un sueldo fijo para dedicarse a lo que más querían, merodear por los hipódromos, los bares de gambas, y escribir bobadas ni siquiera siniestras.
En fin, toda la chusma se junta ahora en el mismo empeño porque igual van a adquirir poder por fin los inteligentes, y eso a ellos les da pavor, no habiendo sabido nunca para qué sirve la inteligencia como no sea para asesorar al inversor, o para medrar, o para descargar en palabras todo el caudal del odio a lo que sea, sobre todo a la vejez y a la vida en general, a la propia inutilidad.
Los de PRISA abominan de la endogamia (¿y lo de ellos como lo llamaríamos?, ¿gangsterismo?), o vuelven a esgrimir a los cretinos que dicen que ellos enseñan a enseñar, los metaprofesores de Rubalcaba, los incapaces de investigar que lógicamente desprecian la investigación y le van contando a uno que para aprobar lo definitivo es L al cuadrado SER, o sea, leer leer subrayar, esquema, repaso: los pedagogos de Rubalcaba, la única y tan triste alternativa que este país ha dado al Opus Dei en cuestiones de enseñanza.

Perdonar es lo mismo que morirse

Dejarse quitar el dolor y la rabia que nos constituyen lo intenta de nosotros el que nos pide perdón o si no la misma vejez con su frío lacerante pero tan tranquilizante, y es que al fin y al cabo perdonar es hacerse viejo, hay que ser realmente viejo para olvidar lo inolvidable.
Por eso decimos que no, que el dolor y la rabia es lo que hace pensar, y que dejárselos arrebatar no equivale a volver a entrar en el paraíso porque paraíso no existe ninguno, sino llana y simplemente a morirse. (Además, una cosa es segura de un paraíso existente per impossibile, y es que allí no se pensaría en absoluto).
Por fortuna, el mundo jamás nos va a permitir, mientras sigamos con los ojos bien abiertos, que se difuminen ni que se echen a perder nuestro dolor y nuestra rabia…