Dejarse quitar el dolor y la rabia que nos constituyen lo intenta de nosotros el que nos pide perdón o si no la misma vejez con su frío lacerante pero tan tranquilizante, y es que al fin y al cabo perdonar es hacerse viejo, hay que ser realmente viejo para olvidar lo inolvidable.
Por eso decimos que no, que el dolor y la rabia es lo que hace pensar, y que dejárselos arrebatar no equivale a volver a entrar en el paraíso porque paraíso no existe ninguno, sino llana y simplemente a morirse. (Además, una cosa es segura de un paraíso existente per impossibile, y es que allí no se pensaría en absoluto).
Por fortuna, el mundo jamás nos va a permitir, mientras sigamos con los ojos bien abiertos, que se difuminen ni que se echen a perder nuestro dolor y nuestra rabia…
Perdonar es lo mismo que morirse
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