Muy buena persona, excelente persona, todo claro en él, transparente, sin trasfondo, sin dobleces, todos los suyos tan esforzados en recalcar que lo que dice lo hace por difícil y duro que sea.
Pedro Sánchez, tan buen rollo, sólo se emborrachó de joven porque es totalmente normal, ni un tarado ni un carca: cada cosa a su tiempo.
Pedro Sánchez, tan buen rollo, le echa en cara a Pablo Iglesias la rabia, el mal rollo, porque los identifica con lo no constructivo (lo destructivo será, tan malo).
Pedro Sánchez, la moral, tan transparente.
Pero el político, ante todo, debe poder ser «no bueno» cuando haga falta, porque si no no vale para nada. A los patéticos bambis, el capitalismo salvaje de estos neoliberales y neofascistas les da por saco uno a uno en fila india. Por eso los dueños del dinero y de las esencias sólo nos permiten bambis, todo lo más bambis, los demás son malos y peligrosos (para ellos).
Contra el capitalismo salvaje si no hay rabia y «mal rollo» no podemos nada. El capitalismo salvaje es un canalla que nos exige ser buenecitos, hasta ahí podríamos llegar en la tontería.
Por lo demás, hay que andarse con cuidado porque todo el mundo sabe que cuanto más presumen éstos de buenas personas más canallas o enfermos o tontos son, por eso tienen que usar la moralina como arma política.
Pedro Sánchez
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