Constatar hechos lingüísticos en lugar de avanzar pseudoexplicaciones salvajes, esa fue la senda por la que pretendió lanzar a la filosofía Ludwig Wittgenstein.
Con lo que el trabajo de Platón, Aristóteles o Leibniz quedaba reducido a una lamentable pérdida de tiempo carente por completo de sentido, mientras que una charla de los mormones, de los testigos de Jehová o de los del Opus había que concluir que estaban perfectamente en orden porque el lenguaje religioso en cualquiera de sus formas sí que se hallaba entretejido con una forma de vida.
Una indignante manera de resituar el trastorno mental.
Wittgenstein
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