Hablarles a los niños del «pecado» es un atentado a la salud pública, promueve la enfermedad mental.
Archivo por meses: diciembre 2013
Tsipras propone la “alianza más grande de la historia” para aplastar a la Troika
Independencia
Desde que tengo memoria, esta gente siempre ha fabricado independentistas de forma absolutamente natural, lo extraño sería lo contrario.
Rosa Díez sive Natura
Nuestro amor a Rosa Díez es el mismo descomunal amor que Rosa Díez se tiene a sí misma.
Nada habría de malo en las cosas, la maldad no es más que opinión, el fruto de la limitada perspectiva humana. El sabio contempla con la mirada de la eternidad el seguirse ineluctable de todas las cosas desde Rosa Díez. Y por descontado que el sabio se une a esta necesidad del orden natural como parte del mismo, pero una parte que de algún modo trasciende su ser-parte en el amor intelectual a Rosa Díez, uno y todo.
En cuanto a Jiménez Losantos, está claro que es un modo de la única sustancia, según algunos ignorantes un modo cabrón de Rosa Díez. Pero esto sólo en tanto visto desde la limitación de nuestra perspectiva humana. Superada esta limitación de la mirada en el amor al orden eterno de la naturaleza, descubrimos que Losantos viene a ser el Ángel de la Guarda.
Consejeros Filosóficos
No hay duda de que tranquiliza mucho saber que el amor con que todos amamos a Rosa Díez no es un amor desordenado de ésos, sino lisa y llanamente la consecuencia ineluctable de que su naturaleza concuerde y por tanto refuerce nuestra propia naturaleza, todos dispuestos a vivir en la libertad del Estado que ella diga. En el fondo nuestro amor por Rosa Díez no deja de ser lo mismo que el amor que ella se tiene a sí misma, o nuestro amor por el orden mismo de la Naturaleza o de Dios. En el límite, el amor que todos sentimos por Rosa Díez no sería otra cosa que el amor que Dios se tiene a sí mismo. Es el nuestro por Rosa Díez un genuino amor intellectualis dei. Así que con esto estaría todo dicho.
Lo mismo, exactamente lo mismo, vale decir de nuestro encendido amor por Jiménez Losantos (pero claro, mutatis mutandis).
O sea, en el fondo, que Dios los cría y ellos se juntan
No gana el más fuerte
No gana el más fuerte
Todos los vencedores se hallarían absolutamente convencidos de que tenían toda la razón desde el primer momento, de que no se habían equivocado nunca, y por eso fue que ganaron. Pero muchos de los derrotados, también, llegan a pensar eso de los que les han vencido.
Sin embargo, fácilmente se puede uno llegar a darse cuenta de lo contrario, o sea, que es perfectamente posible que triunfen la impostura y el error. Y que no es sólo posible, ha sido muchas veces palpable, y es hoy en día evidente. Pero lo que nos debe dar que pensar hasta hacernos meditabundos es que por regla general lo que triunfa sea la falsificación o la mentira, como muy bien saben por poner un ejemplo los que se dedican a la publicidad de cualquier producto, sea una cosa, un servicio, una persona, un programa político o una idea cualquiera.
Pero es todo un consuelo para nosotros seguir albergando la errónea creencia tan confortable de que la realidad social tendría algo así como un curso normalizado con el que podremos sintonizar, logrando el éxito, si abrimos bien los ojos y no nos dejamos engañar.
El filósofo
Parece ser que Ortega y Gasset, después de entrevistarse con José Antonio Primo de Rivera, simplemente dijo: » yo a éste no le quiero ver más, lleva la muerte en la cara».
El gran error
El gran error consiste en creer que siempre que uno fracasa es porque se ha equivocado. Que la culpa es suya, vamos: el judeocristianismo dándose la mano con el capitalismo para llevarnos a todos a la servidumbre o a la locura.
Un problema
Fabricar pobres, y además tantísimos, tendría para los que trabajan en fabricarlos un peligroso inconveniente: ¿qué van a hacer al final con ellos? Ya se sabe lo molesto que es un pobre. Bueno, dirán ellos, pues que se vayan del país. O si no, que se mueran…