«Estuvo mal, muy mal, el pobrecillo, con su brote psicótico en curso. Se ha pasado toda la noche volando de fiebre, sin pegar ojo, hablando continuamente de cosas incomprensibles. La única que recuerdo es porque la repetía sin cesar: algo así como que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia y verdad…En fin, se conoce que después la medicación le fue haciendo efecto y se quedó más tranquilo, lo que decía empezaba ya a tener algún sentido, todo lo anterior no habría sido más que un mal sueño…
¡¡Somos afortunados por contar con estos adelantos de los psicofármacos!! ¿Que tuvo que ser de nosotros cuando no los había?»