«Pero esta audacia, este afán desmedido de verdad y veracidad, este desenmascaramiento constante de todo, no hubieran existido de no estar aguijoneados por el amor más terrible, ardiente y decisivo. No habrían existido si Nietzsche no hubiera sido un enamorado»
(María Zambrano: «Nietzsche o la soledad enamorada», 1939).