La psicóloga de la televisión quería sin duda esperanzarnos al referirse a las «fortalezas de amor» con que contaban aquellos pobres niños que habían sufrido tan gran desastre, y que era deber de los psicólogos liberar y poner en acto.
Con ese lenguaje tan chocante en una científica por supuesto que se desbordaba su sentimiento maternal, sin duda un poco ofensivo para los que la escuchaban por acompasarse a la perfección con la tradicional babosería vaticanista.
Cultura cristiana al cien por cien la de la psicóloga, por encima de la científica que se daría por descontada. Lo cual se notaba en que hablaba de amor, y no de apego o de cualquier otra cosa.