«Mientras que el punto de vista del Antiguo Testamento, como el punto de vista cristiano [contrario al de los gnósticos], es desde el lado de la comunidad. Los cristianos estaban convencidos de que el creador era bueno y de que Adán y Eva eran simplemente niños traviesos que no obedecían la ley del Padre, pero los gnósticos estaban del lado de la individuación. Nietzsche, con su idea del superhombre, continuaba en esa línea que siempre está aparte de la opinión colectiva. Pues la opinión colectiva siempre ha estado y estará a favor del punto de vista de que las cosas son realmente buenas como son y de que deberíamos quedarnos con ellas y no hacer diferencias; el objetivo es mantener la uniformidad de las cosas sin separación. Los Camisas Negras en Italia significan: no hay distinción; somos partículas del rebaño, sin existencia propia, porque Dios es bueno y sabe muy bien por qué dijo que no comiéramos del árbol. Por ello, toda la gente que no pertenece a ese credo es necesariamente mala. Como ven, esos partidos políticos se limitaban a imitar lo que la Iglesia y otros cuerpos colectivos de opinión han hecho siempre» (Jung en el Seminario sobre el Zaratustra, pp. 677-678).
Pero ha resultado que Dios ha muerto, es decir, que ya no se puede creer en su existencia honradamente (entendiendo de verdad qué significa el Credo de la Iglesia, o sea, pudiendo distinguir entre creer y meramente creer que se cree). Y por lo tanto tampoco se puede creer ya, realmente, honradamente, en ninguna de las sombras de Dios, que por ello están destinadas a desvanecerse tarde o temprano: la Nación, el Pueblo, o lo que quiera que sea. Sin duda para bien de todos nosotros: hasta este momento, la individuación había sido siempre el pecado.