El de profesor sería un trabajo como otro cualquiera, en principio, pero para el que sin duda se requiere fuerte vocación. No podemos confundir, al profesor o a la profesora, con un misionero. Cuando la vocación profesoral llega a exacerbarse hasta el frenesí pedagógico, del tipo Sócrates, del tipo cura, entonces no es raro ir a parar al paternalismo, la pederastia o el acoso baboso. ¡Imperdonable confusión en lo que a las variedades de lo erótico respecta!
EROS PEDAGÓGICO
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