Los grandes banqueros y empresarios españoles, esa sufrida saga que ha generado aristócratas espirituales de la talla de los Díaz Ferrán, Rato, Ruiz Mateos, etc., como tienen gente a su servicio que les lleva con sigilo lo del blanqueo y lo del negro (ellos es verdad que son muy grises), entretienen ahora su tiempo evaluando a nuestra Universidad Pública (a las privadas de curitas no, esas ya se sabe que están más allá del bien y del mal). Pero el gran financiero se entretiene solo si al hacerlo gana más dinero. Su argumento para poner la Universidad Pública a su servicio, dedicándola en exclusiva a formar a sus trabajadores, parece en verdad contundente, inapelable: todo lo que no sea rentable tiene que salir del bolsillo del contribuyente. De este modo hacen su ranking: una universidad triunfante, por definición, es aquella cuyos egresados encuentran trabajo en sus empresas…, la que les arregla el tema de los recursos humanos
Y la voz de locutora robotizada de TVE, una que no envejece, nos añade por si todo esto fuera poco que las nuevas empresas pujantes, los nuevos bancos de la patria, no quieren hoy tanto al empleado potente en cuanto a sus destrezas y preparación técnica, sino al empleado de valores éticos, al empleado comprometido. Dicho en plata, las grandes empresas aspiran a tomar posesión de nuestras almas (de la poca alma que nos han dejado). Obediencia, sumisión, cero conflictos, y si es posible amar al empresario como a ti mismo.
Los Dioses
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