La psicología «científica»

El llamado paradigma cognitivo-conductual pondría, por ejemplo, la clave del dejar de fumar sencillamente en tener muy claro el beneficio esperado en el dejar de fumar. Y no en «la fuerza de voluntad», como constructo mítico, metafísico e incomprensible. Con la famosa «voluntad» el psicólogo no sabe qué hacer y por eso se apresura a traducir la palabra de cuatro mil maneras más bien mentecatas.
La psicología cognitivo-conductual hace de sus «clientes» almas capitalistas con acento angloamericano, todo cuyo problema en la vida sería ver con claridad el beneficio esperado (lo demás se nos da por añadidura). Porque «sólo una cosa es necesaria», saber con certeza en qué consiste el beneficio esperado, y por eso hay tantos psicólogos científicos que además son cristianos o capítalistas del más allá. Lo que el hombre sano quiere es «ser pagado», por eso es mentalmente sano. El hombre sano es el que va por ahí preguntando siempre, en cuanto llega el momento de la seriedad: «¿qué hay de lo mío?».
O sea, Don Quijote sería la misma definición del loco, y sin duda la gran desgracia de la cultura hispánica no dejaría de ser, desde el punto de vista de este capitalismo del alma, haber despreciado algunas veces esa aspiración al beneficio.

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