Todos los vencedores se hallarían absolutamente convencidos de que tenían toda la razón desde el primer momento, de que no se habían equivocado nunca, y por eso fue que ganaron. Pero muchos de los derrotados, también, llegan a pensar eso de los que les han vencido.
Sin embargo, fácilmente se puede uno llegar a darse cuenta de lo contrario, o sea, que es perfectamente posible que triunfen la impostura y el error. Y que no es sólo posible, ha sido muchas veces palpable, y es hoy en día evidente. Pero lo que nos debe dar que pensar hasta hacernos meditabundos es que por regla general lo que triunfa sea la falsificación o la mentira, como muy bien saben por poner un ejemplo los que se dedican a la publicidad de cualquier producto, sea una cosa, un servicio, una persona, un programa político o una idea cualquiera.
Pero es todo un consuelo para nosotros seguir albergando la errónea creencia tan confortable de que la realidad social tendría algo así como un curso normalizado con el que podremos sintonizar, logrando el éxito, si abrimos bien los ojos y no nos dejamos engañar.