Viene a decirnos el tal Basilio, nos lo enseña Foucault, que muchas veces «el que se castra a sí mismo» es un sinvergüenza que lo hace para disimular y engañarnos, como si dijésemos para presumir de arrojo. Y es que lo haría para que lo consideráramos puro, santo, cuando en realidad sigue cometiendo adulterio con toda la que pasa, pero en la intención, y es en la intención del alma donde está propiamente el pecado de la carne, como todo el mundo sabe. Basilio era un anormalazo de primera.
BASILIO
Deja un comentario