Al leer LAS CONFESIONES DE LA CARNE, a uno le asalta a veces la potente impresión de que el Cristianismo, por lo menos aquel hacia el siglo IV, es por encima de todo una insufrible cursilería. Pero ya sabemos lo que comentó la cristianísima María Zambrano, que la cursilería es la hermana de leche del fascismo. Una descomunal y perniciosa cursilada había sido el platonismo, el simplificado. Gente invertida que por encima de todo no está dispuesta a mancharse viviendo en el mundo. Y según la mejor María, el hombre fascista no es sino la extrema degradación de ese idealismo filosófico tan caro a Occidente.
EL CRISTIANISMO
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