“En tiempos de pandemia” – como dicen los periodistas, protagonistas absolutos de esos tiempos: les brillan los ojos más que nunca – volvemos a descubrir que es imprescindible atender y cuidar de la “cosa pública”, no solo por civismo sino también porque quedarse aislado es ahora muy peligroso (¿cuándo me llamarán para vacunarme? ¿me llamarán para vacunarme? ¿me dejarán salir de mi cárcel cotidiana?). Pero enseguida volvemos a descubrir lo que ya sabíamos antes de vivir “en tiempos de pandemia”. Que, en general, intervenir en la cosa pública, en la microscópica medida de nuestras posibilidades, no solo no nos sirve de nada, sino que nos perjudica día tras día llevándonos a la mayor de las indignaciones como esclavos de la actualidad sin vida propia. Porque todos los políticos se revelan entonces como lo que son, lo que se dice quedan retratados en su abuso, en su brutalidad, en su estupidez. La cosa pública es la cosa sucia, y mancha mucho, lo exige todo y todo nos lo arrebata.
«EN TIEMPOS DE PANDEMIA»
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