Con su idea crucial de la ciencia gaya, jovial, alegre, Nietzsche parece haber apuntado al centro mismo del pensamiento de Erasmo de Rotterdam, destrozándolo. Ambos genios parecen trabarse en una lucha de gigantes, porque el de Rotterdam es sin duda lo que se puede llamar el cristiano noble, extremadamente culto e inteligente. La vida del deleite y del placer (¿y qué sería de la vida sin ellos?) es para Erasmo la estulticia pura, del mismo modo que el pene y el coño, a diferencia de las partes serias y decentes del cuerpo humano, solo mueven a risa, siendo como son la fuente de toda vida, incluida la de los filósofos y los prelados con toda su sublime seriedad. Cuanto más tonto, más despreocupado y feliz es uno, a imagen de los niños o los viejos. La sensatez nos llevaría por el contrario al desprecio del mundo, a una insoportable incomodidad en él, que nos deja el vigor extenuado. Comprobamos con esto, una vez más, que el testimonio de todos los sabios que en el mundo han sido, los de la escondida senda, fue siempre el mismo: esta vida no vale nada. Hasta que llegó la gaya ciencia, claro, una radical subversión de los valores milenarios.
Erasmo y Nietzsche
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