La creencia fanática es simplemente aquella que cree en lo increíble. Y el cristiano, en efecto, cree lo increíble: «proveniente del Cristianismo tenemos que escuchar también una gran protesta popular contra la filosofía». En el sentido de que la virtud era para el sabio la victoria de la razón sobre los afectos. Pero es típicamente cristiana, frente a la sabiduría antigua, la condena de la racionalidad con la consiguiente entrega personal y colectiva a una manifestación intensa y extrema de los afectos (p. e. amor a Dios, compasión hacia su Hijo). Una descarga pasional tan potente, tan desenfrenada, fue en realidad la que iba a hacer posible creer lo increíble, o sea, la fe fanática. Por la distorsión afectiva del entendimiento. Se trata de creer, pero ya no aquello que de verdad se cree, sino lo que se quiere creer a toda costa, incluso o sobre todo lo propiamente increíble, pues eso da prueba de la omnipotencia de la voluntad del creyente, que es lo que aquí se afirma. La creencia fanática sería, en definitiva, una creencia en nada, una no-creencia. En la fe cristiana está contenida desde el mismo principio la muerte de Dios, ella es esa muerte o asesinato.
Comentario de Aurora 58.