La única moral no mojigata, no inmoral, es el cuidado de la palabra, que supone un esfuerzo duro y constante, férrea disciplina. Se empieza hablando mal, descuidadamente, y se acaba en el arroyo, devorando niños pequeños. Pero a lo que solo llegan los verdaderos héroes éticos es a no decir sandeces: eso no está al alcance sino de tres o cuatro elegidos de los dioses en cada época. A veces se puede pensar que no es humano.
ESCRIBIR LA VIDA COMO ÚNICA MORAL
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