Me contaron que hace poco se despachaba a sus anchas, en una muy complaciente entrevista que le hicieron en un periódico de esos, un esbirro de Zara, por supuesto ejerciendo de sicario de su amo. La cosa era la urgencia de suprimir la autonomía de las Universidades, por el bien de la sociedad y la realización de la Idea de Justicia, colocando tal vez a Amancio Ortega de Rector Universal. Sus eructos atronando el Claustro y los estudiantes adiestrados en el arte, las competencias, de zurcir bragas de punto, un suponer.
No se va a quedar el mago empresario español a la zaga del adelantado Japón, donde no hace mucho sugerían lo urgente de acortar de alguna manera la vida del jubilado, cada vez más añejo cuanto más improductivo, un dispendio para el honrado colectivo nipón.