La verdad es que no se sabe bien a qué viene todo ese despliegue incesante de teorías psicológicas y sociológicas, puesto que estaría meridianamente claro en torno a qué dos elementos ha girado siempre el mundo de los humanos en todas las épocas de que tenemos noticia: la envidia y el afán de venganza. La primera se disfraza cristiana y modernamente con las galas del ideal rousseauniano de la igualdad, e incluso del amor universal (Rousseau, «la tarántula de la humanidad»); y el segundo, claro está, pasa por ser sed de justicia.
(Pero la misantropía nos viene en momentos o accesos, además parece haber conocidos que la anulan y la desmienten con su ejemplo, menos mal)
En cualquier caso, ya se sabe que el hombre al fin y al cabo no importa, es algo que tiene que ser superado.