Aquel que, en un medio intelectual o nada más que medianamente informado, como sería el de hoy a casi todos los niveles, se sigue refiriendo con altanería a “la credulidad en las ciencias naturales” en la que desgraciadamente habría caído nuestra época desgraciada y carente de autoconciencia, por ello privada del sentido para el misterio sagrado de la existencia; aquel que, por ejemplo, asume la impostura reflexiva de considerar desdeñosamente la teoría de la evolución por selección natural como otra creencia cultural más, más o menos delirante, pero en cualquier caso en línea con todas las anteriores creencias históricas… ese simplemente es un sinvergüenza, y casi seguro que también otro vendedor de miseria.
Decir esto implica por supuesto reconocer lo increíblemente asombroso que es el animal humano, para bien y para mal. (El animal en el que hace su aparición en el planeta Tierra el divino o diabólico delirio a todos los niveles).
Miseria del místico
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