«El gusto por la literatura de Valle-Inclán lo comprendo en cierta clase de público, el de Unamuno lo comprendo menos. El público de Valle-Inclán es el que ha sido entusiasta del modernismo, del decadentismo, de lo diabólico. Barbey d’Aurevilly, D’Annunzio, Ocar Wilde, un poco Baudelaire, princesas, marquesas, palacios, salones, títulos, perfumes, estatuas, todo un poco falso; pero esa admiración ha existido siempre. Ahora, el público de Unamuno ya no lo comprendo. Sus novelas son pesadas deliberadamente, no tienen interés psicológico, al menos general, ni dramático, ni folletinesco…Yo no tengo ningún motivo de antipatía personal contra Unamuno; pero cuando intento leer sus libros, pienso que son como una venganza contra algo que no sé lo que es»
(Baroja, Memorias, citado por Mariano Tudela,)