Un flamante título universitario de «Neuromárketing», sin duda todo lo contrario de una fábrica de parados, termina su programa con un tema dedicado a las «consideraciones éticas». Es como si terminara igual el programa de un título de salteador de caminos.
Siempre he notado que los que te hablan de la necesidad de reivindicar la conciencia moral tienen algo que ocultar que huele fatal, y de lo que se trata es de perfumarlo. Aunque sin duda en el caso del neuromárketing el perfume de la moralina lo único que logra es que huela todavía peor, a cobarde hipocresía. Nadie tiene el valor de decir simplemente, mire, vamos por la pasta, por eso nos reunimos, trabajamos, estudiamos y vivimos.