Redes sociales

La inoculación masiva del trastorno mental en las redes sociales viene, por ejemplo, de que cada usuario vería modelado su discurrir mental y su conducta por las recompensas (likes) y castigos (indiferencia o incluso cruel desenganche), proporcionados a cada momento del día por personas variopintas, cada una de su padre y de su madre, algunas de las cuales ya estarían de suyo trastornadas, personas que no guardan entre sí ninguna coherencia de estilo de vida, más allá de la ilusoria pertenencia momentánea a una corriente de opinión cualquiera.

Al final se comporta uno en orden a obtener recompensas y superar el silencio o el desenganche: esclavos de no se sabe bien qué (de alguien que propiamente no existe). Skinner domesticaba pichones. ¿En facebook quién nos domestica? Mucho peor que depender de alguien es depender de una nube que es como la Nada de las moscas.

Síndrome del «me debo a mi público».
Por otro lado, los humanos siempre hemos necesitado que nos den una pauta, un criterio, una medida externa, que nos digan lo que hacemos bien y lo que hacemos mal, que nos aprueben o si no nos den la oportunidad de corregirnos. Por eso decía Nietzsche que el hombre tiene que ser superado.

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