La posición del alma bella, el angelismo, ha sido siempre lo más fácil pero también lo más inútil y patógeno: lo real cuanto más lejos mejor, allá abajo, remontándose a los cielos el puro.
Pero el caso es que nuestra única vivienda es la Tierra, o sea el fango, porque además llueve bastante a menudo. Contentos estaríamos con tal de poder sacar la cabeza del fango de vez en cuando para poder respirar. Y para eso hay que luchar.
El fango
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