La filosofía

Muy pocos saben hoy qué significa o qué es de verdad filosofar. Las facultades y los departamentos de filosofía cada vez andan más repletos y penetrados de toda la consabida caterva de pedagogos-psicólogos-sociólogos-politólogos-científicos-historiadores-teóricos de las artes. Pero filósofos (as), lo que se dice filósofos, casi nadie sabe ya qué es eso. Por eso a los pocos filósofos de verdad que quedarían les van echando de todas partes, de la educación, de la psicología, de la política, por supuesto de las ciencias naturales, y en breve de los estudios históricos y estéticos. Es natural, todo el mundo es tan sabio y avanzado que habría superado «el canon», y en definitiva lo que se demanda son emprendedores, no comprendedores (Savater).
Pero la solución final, la estocada definitiva, es que las facultades y departamentos de filosofía sean invadidos por el caballo de Troya de toda esa consabida caterva «interdisciplinar» (qué bien suena el adjetivo) que hace pasar su característica confusión inevitable por reflexión filosófica. (Y lo más letal, sin duda, es la así llamada sociología de la filosofía, eso es el final de toda filosofía: ya sabemos, Eugenio Trías salió del Opus, así que pon tú mismo el ergo…). Hay en todo ello un innegable resentimiento, porque en el filosofar genuino se olía la grandeza (por ejemplo en Eugenio Trías), y por supuesto la mediocridad eso no lo puede tolerar, de modo que argumentará venenosamente al infinito (argumentos hay muchos, con sus réplicas y contra-réplicas).

Me pregunto si el pedagogo no debería ir a enseñar pedagogía, el científico en general cada uno a enseñar su especialidad. Conviene que dejen de hacer pasar la divulgación de sus ciencias respectivas por filosofía (las Humanidades llenas de Punsetes). Siendo un buen físico para qué las ganas de convertirse en «filósofo» de la ciencia. Igual el problema son los pedagogos-psicólogos-físicos-artistas…mediocres, porque no cabe duda de que su salida es hacer «filosofía de…», algo espectacularmente «interdisciplinar» pero no por ello, en absoluto, filosófico. Pero ¿por qué querrán que les llamen «filósofos» si no saben qué significa la palabra? ¿Les parece algo así como ser generales o emperadores?

Es preferible alguien del Opus, si es de verdad filósofo, que un «filósofo» de… que no lo es (Aristóteles y Tomás de Aquino se tiran por el suelo de la risa leyendo a Skinner). Sin duda el filosofar es asunto democrático, pero no asunto de nuestras «democracias» académicas.

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