Cuando nos despiertan de golpe del sueño profundo (una llamada de móvil, por ejemplo), justamente entonces quedaría del todo claro: que la nada no es la NADA sino algún «sitio» del que se entra y se sale; que recién despertados no sabemos qué nos ha despertado, ni siquiera qué es un móvil; que en ese momento tampoco sabemos quién somos, no tenemos ni idea de nuestro nombre. O sea, en ese «lugar» que es la nada no habría separación sujeto/objeto, lo cual quiere decir inmediatamente que en la nada está todo. Y al cabo de un tiempo de habernos despertado, a veces nos es dado comprobar que los problemas que nos angustiaban se han aclarado, y que si antes de dormirnos andábamos algo perdidos ahora cada cosa está en su sitio.
(Por cierto, dejarle todo esto a la ciencia experimental, darle la espalda a este asunto como mero asunto del científico del cerebro, es una actitud facilona que llevaría indefectiblemente al aburrimiento y al nihilismo pasivo, por no decir una abierta ordinariez).