Mis amigos y amigas que van al psicólogo (cada vez son más) me cuentan la clave de lo que les pasa, que al final se la han dicho por no mucho dinero: en el balance, en el debe y el haber de sus vidas, han dado mucho más de lo que les han dado, ahí, ahí está el meollo. Y eso, claro, se va a acabar, ¡¡hasta ahí podríamos llegar!!, que me timen, que me estafen , que me chupen, que me vampiricen, «yo sólo he comido para mí», yo ya no tengo más en el almacén, ya lo dí todo, y no me han dado nada a cambio, me han desvalijado.
Uséase, la clave de lo mental y de lo afectivo y lo sexual y lo laboral, la clave de lo social, de lo político, de lo económico, de lo religioso, la clave cósmica es la contabilidad, la lógica del contrato. Dios es el Contable Máximo, con su Libro de Cuentas, (y Hawking al tanto de todo).
Claro, a toda esta mentalidad de psicólogos y psicólogas, que es la de la mente-mercado y por tanto la de todos nosotros, le faltaría conceptualizar el excremento, la mierda, lo que sobra y ya no se puede utilizar. Porque lo enigmático es que sí se puede utilizar: la mierda es el mejor abono, de la mierda rebrota la vida más hermosa que nunca. Y quizá el único sentido noble de la vida que nos queda es hacernos mierda, convertirnos en mierda, que entre todos nos dejen hechos una mierda. Así nacerá la rosa encendida, lo que nunca entenderán los psicólogos.