Lo más difícil pero lo más necesario, asumir la culpa inevitable, es decir, tu propia limitación o finitud.
Ser tú mismo te enfrenta a los otros.
Y también al mundo, contra el que seríamos impotentes: y entonces, al final, no es la alegría del naufragio, como en Nietzsche; sino recibir, en el naufragio mismo, el presagio o revelación de lo que envuelve o la trascendencia
Jaspers
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