El cuadrado de la verdad nos lo dio el siglo XIX: Darwin, Marx, Nietzsche, Freud.
Por fuera del cuadrado, en lo sucesivo, simplemente la impostura o el autoengaño, que sin duda puede ser tan consoladora, bonita, divertida, sobre todo interesante.
Luego vinieron las guerras más terribles.
María Zambrano, catolicona inspirada, tuvo que decir lo que dijo de Nietzsche y de Freud, por necesidad.