Siempre he dudado de la sensatez del que reflexiona en nuestros días sobre el famoso «problema del mal». Más o menos como si lo hiciera sobre «el problema del hombre lobo». Pero más que propio de supersticiosos puede parecer algo característico de narcisistas extremos. Por qué iba a figurar en el programa de la vida la atención al bienestar humano?
EL PROBLEMA DEL MAL
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