Celia Amorós una vez les escuchó decir a unas monjitas que hay cosas que «no son de entender». No creo que nadie de cierta edad no se haya percatado de que habría cosas en sí mismas incomprensibles. Y no pocas. Y no poco importantes. Por eso, obcecarse en encontrarles o en «hacerles» (make sense) sentido a toda costa no sería sino un signo de infantilismo maniático que conducirá tarde o temprano pero indefectiblemente a la imbecilidad o al delirio. Sabio es el que se abstiene de la pretensión de entender lo que es imposible de entender. Por interesante que parezca.
OFICIO DE CHARLATANES
Deja un comentario