Por encima de su género y de su clase, pues se trata de una categoría en verdad transversal, lo que distingue al tonto es su afán de mando, sus insaciables ganas de impartir órdenes, a cualquier precio y caiga quien caiga, mintiendo todo lo que haga falta y disfrazándose de lo que sea. No es servidor del Estado, ni de la Iglesia, ni de la sociedad, ni del pueblo, ni de la humanidad, en realidad es solo servidor de esta su bobada.
LA ESENCIA, COMO SI DIJÉRAMOS
Deja un comentario