La educación católica opera el prodigio de conseguir que la víctima se sienta culpable. Oí a un cura decir que es el modo más efectivo de imposibilitar el diabólico afán de venganza. En qué se iba a convertir esto si no!. Ya dijo Napoleón que la religión es eso que sirve para que los pobres no les corten el cuello a los ricos.
Es posiblemente, culpabilizar a la víctima, la mayor prueba de ser un miserable.