«Feliz el que no exige de la vida más de lo que ella espontáneamente le da, guiándose por el instinto de los gatos, que buscan el sol cuando hay sol y, cuando no hay sol, el calor donde quiera que esté. Feliz el que abdica de su personalidad por la imaginación, y se deleita en la contemplación de las vidas ajenas, viviendo no todas las impresiones sino el espectáculo externo de todas las impresiones ajenas. Feliz, por fin, aquel que abdica de todo, y al que, porque abdicó de todo, nada le puede ser arrebatado ni disminuido.
El campesino, el lector de novelas, el puro asceta–estos tres son los felices de la vida, porque son estos tres los que abdican de la personalidad–el uno porque vive del instinto, que es impersonal, el otro porque vive de la imaginación, que es olvido, el tercero porque no vive, y, no habiendo muerto, duerme»
Fernando Pessoa-Bernardo Soares, Livro do desassossego