Lucía Figar

Apuntaba Wittgenstein en sus conversaciones que sin duda la confusión conceptual era peligrosa porque no solo era cuestión teórica sino que podía implicar graves trastornos en la vida misma del que estaba aquejado de ella.

Esto es lo que les pasaría a los cristianos tan cristianos que presuntamente se enredan en tramas de corrupción mercadeando en este caso con la educación madrileña.

Quieren imitar a Cristo en esta vida, ya se sabe, aspiran a divinizarse como renacidos, como nuevos hombres y mujeres que dejan atrás al humano viejo y corrupto, todo ello por amor a Cristo y por gozar en su unión con Él de la vida eterna.

Pero confunden la imitación de Cristo, vivir con Dios, con vivir como Dios. O más precisamente, han caído en la ambigüedad fatal que entraña la expresión «vivir como Dios». Porque además de divinizarse está lo que entendemos todos como pueblo llano, y ellos lo mezclan y embarullan. Así que trincan…

Les habría hecho falta el análisis filosófico como a un muerto de sed una jarra de agua.

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