«¿Qué es, pues, lo que la filosofía moderna entera hace en el fondo? Desde Descartes–y, ciertamente, más a pesar de él que a base de su precedente–todos los filósofos, bajo la apariencia de realizar una crítica del concepto de sujeto y predicado, cometen un atentado contra el viejo concepto de alma–es decir: un atentado contra el presupuesto fundamental de la doctrina cristiana. La filosofía moderna, por ser un escepticismo gnoseológico, es, de manera oculta o declarada, anticristiana: aunque en modo alguno sea antirreligiosa, quede dicho esto para oídos más sutiles. En otro tiempo, en efecto, se creía en «el alma» como se creía en la gramática y en el sujeto gramatical: se decía, «yo» es condición, «pienso» es predicado y condicionado–pensar es una actividad para la cual hay que pensar como causa un sujeto. Después, con una tenacidad y una astucia admirables, se hizo la tentativa de ver si no se podría salir de esa red, –de si acaso lo contrario era lo verdadero: «pienso», la condición, «yo» lo condicionado; «yo, pues, sólo una síntesis hecha por el pensar mismo. En el fondo, Kant quiso demostrar que, partiendo del sujeto, no se puede demostrar el sujeto, –y tampoco el objeto: sin duda no le fue siempre extraña la posibilidad de una existencia aparente del sujeto, esto es, «del alma», pensamiento éste que, como filosofía del Vedanta, había existido ya una vez, y con inmenso poder en la tierra.
Más allá del bien y del mal 54
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