La Sexta

Me internaba en la gloria budista del sueño sin sueños,
Mi amiga,
Mecido por el recuerdo de tanto como fue el amor que supiste darme,
Cuando el cabrón del vecino
Debió de volver a poner tan alto el debate de la Sexta.

Penetró en ese punto en mí hasta lo más hondo la melodía,
el ritmo de la voz armoniosa,
la sin par semántica ardiente cultivada en los libros de cien culturas milenarias,
de Celia Villalobos,
(la Celi un cuarto de acelgas, mire usté),
Junto con las insidias de un buenecito de la misma banda,
que a cada palabra que dice
asesina a la verdad
y así nos mataba en lo que tenemos de propiamente humanos.

Todo entonces cambió para mí al por fin dormirme,
y cambió para mucho mejor:
de la noche del sueño sin sueños transité al paraíso,
el paraíso bendito del dejar el infierno aquí abajo en la Tierra,
en las cloacas de la Tierra.
(en la Sexta).

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