Mírenlos a la cara a todos los sabios famosos desde hace milenios: nada más que viejas, que mujeres de edad, que madres, para hablar con Fausto. «¡Las madres! ¡las madres! Suena tan escalofriante».
(Nietzsche, por supuesto)
Mírenlos a la cara a todos los sabios famosos desde hace milenios: nada más que viejas, que mujeres de edad, que madres, para hablar con Fausto. «¡Las madres! ¡las madres! Suena tan escalofriante».
(Nietzsche, por supuesto)