Para Monseñor Savater ocurre lo que ya se sabe: esos que los señorones denominan “los débiles” (y que tantas veces los aterrorizan, dicho sea de paso, así que muy débiles no serán) son objeto de nuestra inquietud o caridad cristiana. Porque nuestra cultura es cristiana, menos mal, y entonces nos preocupamos por “los excluidos del gran banquete capitalista” pero solo en la medida en que nos queda algo de cristianos. Si no fuera porque (aún) es la nuestra la moral cristiana, a “los débiles” se los podría llevar el diablo, porque está claro que sin cristianismo no hay humanidad ninguna (ya se sabe, los griegos y los romanos antiguos, esos monstruos). Exactamente lo mismo, casi palabra por palabra, como si fuese doctrina entre ellos, le escuché decir este año a un sacerdote filosófico de los llamados “kikos”, según dicen la extrema derecha que gobierna en Madrid. En fin, se empieza como pilarista revoltoso y se acaba oficiando de monseñor. Pero para eso, ya lo dijo Schopenhauer, se podía haber ahorrado uno todo lo que hizo entre medias.
SAVATER KIKO
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