En la prensa apareció el otro día que Pablo Iglesias había dicho en Argentina que reivindicaba las raíces peronistas de su movimiento. No hay que tomarlo muy en serio porque abundan hoy las noticias falsas, por ejemplo estuvimos leyendo no hace mucho que la policía madrileña asesinaba a inmigrantes senegaleses, y luego resultó que no era verdad…
Lo cierto es que no voy a decir que para mí Perón siempre fue el fascismo argentino, un patriarca, un verdadero caudillo al que vi varias veces en las imágenes en blanco y negro del NO-DO abrazado con Franco, un gran amigo de Franco. No lo voy a decir, porque hoy leo que el mismísimo Laclau hunde sus raíces en el peronismo, aunque a esto no hay que hacerle mucho caso porque hoy casi todas las noticias son falsas, y por otra parte el día menos pensado aparece un intelectual orgánico convenciéndome de que lo blanco es negro y lo negro blanco, ese es su trabajo.
Pero además no sé qué idea se tiene hoy del fascismo, el fascismo es del Volk, aquí lo tuvimos muchos años, y había mucha gente del pueblo que estaba verdaderamente encantada, y es que el pater, cómo no, cuidaba de la gente, el caudillo cuidaba de los suyos porque se trataba de la mafia nacionalista de toda la vida, española, italiana o catalana. Recuerdo perfectamente a decenas de miles de personas muy populares llorando, hechas papilla ante el cadáver de Franco, no me lo estoy inventando, esto juro que no es una noticia falsa.
En fin, si hubiera que elegir entre “el régimen de 1978” y un neoperonismo yo lo tendría muy claro…
El mal y el lenguaje
“Lo que por encima de todo le inquietaba a Mauthner era la tendencia que tiene la gente ordinaria a atribuir realidad a los términos abstractos y generales. Consideraba que esta tendencia a reificar las abstracciones era el origen no solo de confusiones especulativas, sino también de la injusticia práctica y del mal existentes en el mudo. La reificación —para emplear una expresión machiana —engendra toda suerte de ‘monstruos conceptuales’. En el terreno de la ciencia tenemos las engañosas nociones de fuerza, leyes de la naturaleza, materia, átomos y energía; en el de la filosofía, las nociones de sustancia, objetos y absoluto; en el campo de las ideas religiosas tenemos la de Dios, el demonio y la ley natural; en los asuntos políticos y sociales, la obsesión por nociones como raza, cultura y lengua, así como por su pureza y profanación. En todos los casos de esta índole la reificación implica suponer la existencia de entidades que son ‘metafísicas’. Por ello, Mauthner consideraba que metafísica y dogmatismo son caras de una misma moneda, y que eran asimismo la fuente de donde manan la intolerancia y la injusticia”
(Janik y Toulmin, La Viena de Wittgenstein, p. 154)
Manipuladores
En vena nietzscheana hay que decir que, para todo “así” y para todo “asá”, la declaración de que “el humano debe ser así y asá” carece por completo de sentido inteligible, habida cuenta de que la de la libertad no es sino la ideología del verdugo o del agitador llevados ambos por el deseo de encontrar culpables. Pero entonces todos aquellos que nos dicen todavía hoy cómo debemos “gestionar” nuestras emociones, es decir, lo que nos tiene que alegrar y entristecer; todos esos policías del alma que no se paran en barras lo que en realidad pretenden es dominarnos absolutamente. Los curas y las monjas, con aquello de que debemos amar a nuestros enemigos (¡!); los psicólogos y las psicólogas, con la murga de que debemos ser empáticos, o si no asertivos, mandato en lo que coincidiría más bien milagrosamente la moral con la salud mental; las locutoras de La Sexta, con el lloriqueo incesante que busca nuestra entrega sentimental a la solidaridad con las diversas desgracias que sin cesar el mundo dispone, y seguirá casi con seguridad disponiendo por los siglos de los siglos; los flojeras leninistas en versión latina que son los de Pablo Iglesias y su panda, exigiendo de nosotros empatía como la única clave para solucionar el estancamiento de la situación con el problema catalán; o bien Monedero denunciando, para acabar de indignarnos del todo, la actitud según él asesina de la policía madrileña que se la tiene jurada a los manteros desde el presunto racismo institucional imperante. Nada de esto tendría ningún sentido a no ser que lo contempláramos desde la suposición de una sed de dominio desmesurada por parte de todos estos cabecillas y cabezones que aspiran nada más y nada menos que a manipular nuestras emociones constantemente. Los líderes de masas siempre han querido ser técnicos consumados en el manejo de los resortes retóricos del modelado emocional, como se sabe desde Aristóteles y luego con Hitler. Pero hacen el ridículo todos ellos, porque hoy sabemos que si no queremos en el alma ajena nadie entra, y quien pugne por entrar en la nuestra nos está dando permiso para darle una patada en el culo a la menor oportunidad que tengamos.
La confusión
La confusión conceptual puede tener efectos devastadores en la vida de las personas y las sociedades, como podemos observar todos los días. Por eso la filosofía es imprescindible.
Asesinato
Si A persigue a B, y en el curso de la persecución B muere de un infarto, podremos decir que A asesinó a B si y solo si A sabía que era altamente probable que como resultado de la persecución B iba a morir de un infarto. De otro modo es una calumnia criminal.
Hambre
Con esa su tan característica genialidad omnívora, a Fodor le ocurre lo mismo que a Lacan. Su lectura nos lo promete todo, nos promete nada menos que resolver el enigma del hombre lo que es lo mismo que decir el enigma del mundo, y además resolverlo aquí y ahora, encima de tu mesa con sus libros abiertos frenéticamente subrayados. Su lectura nos despierta entonces un hambre espantosa. Y no paramos hasta descubrir indignados y confusos que no nos dan, ni muchísimo menos, lo que nos habían prometido, algo así como el pan de Dios, la ambrosía. Nos dejan los dos igual de hambrientos que antes, pero además completamente agotados y confundidos, mareados por la tortura de haberles leído con tanta atención.
Dos seductores para el amor a la sabiduría, y el doloroso chasco de no llegar a ella en absoluto conducidos por ellos.
Revolucionarios en un sentido nietzscheano
«Nosotros, los que fuimos niños en medio del aire pantanoso de los años cincuenta, somos por necesidad pesimistas en lo referente al concepto ‘alemán’; no podemos ser otra cosa que revolucionarios, — nunca aceptaremos un estado de cosas donde se imponga el mojigato. Me es completamente indiferente el que hoy en día el mojigato se disfrace con otros colores, tanto si se viste de escarlata como si se pone el uniforme de húsar…»
Ecce Homo-Inteligente, 5.
Da igual que el mojigato o santurrón sea de izquierdas o de derechas, hombre o mujer, populista o neoliberal… Nuestra lucha es contra él.
Salvarnos
Hasta en las redes sociales los hay que nos anuncian que «Jesús salva». Pero ¿de qué nos salva, exactamente, el tal Jesús? Y es que a estos no les entiendo cuando hablan, para mí es como si hablaran chino. Doy en pensar que hoy la creencia religiosa es cosa de mal gusto, más que nada. Para no hablar de exhibirla en público.
«–¿Por qué sé yo algunas cosas más? ¿Por qué soy en absoluto tan inteligente? No he reflexionado jamás sobre problemas que no lo sean–no me he malgastado. — Por ejemplo, no conozco por experiencia propia dificultades genuinamente religiosas. Se me ha escapado del todo hasta qué punto debía yo ser «pecador». Asimismo me falta un criterio fiable sobre lo que es remordimiento de conciencia: por lo que de él se oye decir, no me parece que sea nada estimable… (…)
‘Dios’, ‘inmortalidad del alma’, ‘redención’, ‘más allá’, todos esos son conceptos a los que no he dedicado ninguna atención, tampoco ningún tiempo, ni siquiera cuando era niño–¿acaso no he sido nunca bastante pueril para hacerlo?–El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, menos aún como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente. Soy demasiado curioso, demasiado problemático, demasiado altanero para que me agrade una respuesta burda, una indelicadeza con nosotros los pensadores, — incluso en el fondo no es nada más que una burda prohibición que se nos hace: ¡no debéis pensar!…
Muy de otro modo me interesa una cuestión de la cual, más que de ninguna rareza de teólogos, depende la ‘salvación de la humanidad’: el problema de la alimentación».
(Nietzsche, Ecce Homo-Inteligente, 1)
The Greeks
«The most fortunate and satisfactory configuration of the political and social situation can scarcely be found among the Greeks; this goal is borne in mind by our visionaries of the future. Terrible! For it must be judged according to the following criterion: the more spirit, the greater the suffering (as the Greeks show). Therefore, too: the more stupidity, the more well-being. The philistine of culture is the most satisfied creature ever seen under the sun, and must have a stupidity commensurate with it»
(Nietzsche, PF II, 1ª, 3 [65])
Las estupideces de los grandes
Ni siquiera los más grandes están exentos de estupidez, debe ser porque tienen que descansar de vez en cuando de su agotadora grandeza.
Lo que dijo Freud del sobrehumano de Nietzsche identificándolo con el padre de la horda primordial es una soberana estupidez, sin ninguna duda, pero también explicable por el hecho de que Freud mismo vivía de remendar los estragos que causa el moralismo judeo-cristiano.
Lo que dijo Ortega de la cursilería de Nietzsche, «como buen fin de siglo que era», es algo absolutamente incomprensible. Contra Nietzsche se podrá decir de todo, y al cristiano se le cae la baba, y con razón, con esa posibilidad. Pero no, por supuesto, que era un cursi. Cursi era José Antonio Primo de Rivera, que además llevaba la muerte escrita en los ojos.
Naturalmente estas dos estupideces que menciono como ejemplos fueron proferidas ambas, como ha venido siendo usual, mientras se saqueaba el pensamiento nietzscheano de todo su contenido, para aprovecharse bien de él, tanto Freud como Ortega.
