«TODO IDIOTA ES DE ALGÚN LUGAR»

Ser catalán tiene mucho mérito (uno tiene que lograr, con gran esfuerzo, haber nacido en Sitges, y no en Socuéllamos)

Ser español tiene mucho mérito (uno tiene que lograr, con gran esfuerzo, haber nacido en Aranjuez y no en Setúbal)

Luego, ya tiene uno la vida resuelta, porque es catalán o español o americano de Trump (mi nación first, mi familia first, en último término yo first), y esto le soluciona al nacionalista el problema de su programación: qué hacer para vivir todos los días con máxima dignidad, moral y políticamente. (Por ejemplo, partirle la cara a quien no haya nacido en el mismo lugar de uno pero haya tenido el atrevimiento de ir allí a trabajar).

Sobre todo, siendo catalán o español ya no se tiene que ser nada más, en realidad, de manera que tiene uno permiso para hundirse en su propia insignificancia individual, porque ya se sabe lo que uno es esencialmente y eso le dispensa de toda vida propia.

Aparte de que esto solo tiene sentido desde el viejo pero evidente supuesto de que los gerifaltes de cada lugar aspiran a comérselo todo, ellos y su clan (los Pujol, los Aznar, Al Capone, la banda de Aguirre…), indudablemente en todo delirio nacionalista, tan heredero del religioso, late agazapado el problema sexual severo, la perversión, el viejo verde, la frigidez ninfomaníaca, incluso lo pederasta. No por causalidad, lo que muchos nacionalismos tienen en común es que en ellos el cura manda (de los de la COPE a los abades de Montserrat…). Sacristía, sotana, fanatismo, tanque o metralleta .

NIETZSCHE LOCO

Una de las mayores tragedias del enfermo mental es la absoluta indefensión en la que queda, totalmente a merced de cualquier cabrón o cabrona que pase por sus inmediaciones.

«En realidad es como para enfermar de risa, ver a dos féminas temerosas de Dios (Franziska y Elisabeth, madre y hermana) y a un cura rural (Edmund Oehler, tío) constituidos en tribunal sobre la publicación de los escritos de uno de los ateos y anticristos más redomados. Pero en este instante me falta humor para reírme» (Köselitz a Overbeck, carta del 4 de Abril de 1891)

NOTICIAS DE REVOLUCIÓN (8.4.1931)

«Revolucionario o reformador–el error es el mismo. Impotente para dominar y reformar su propia actitud para con la vida, que es todo, o su propio ser, que es casi todo, el hombre huye para querer modificar a los otros y el mundo externo. Todo revolucionario, todo reformador es un evadido. Combatir y no ser capaz de combatirse. Reformar y no tener alma para ser.

El hombre de sensibilidad justa y recta razón, si se halla preocupado con el mal y la injusticia del mundo, busca naturalmente enmendarla, primero, en aquello en que ella se manifiesta más de [cerca]; y encontrará eso en su propio ser. Esa obra le llevará toda la vida.»

(Fernando Pessoa/Bernardo Soares: Livro do Desassossego)

PROVINCIANIZACIÓN

«Si hubiésemos de buscar una característica especial por la que distinguiésemos nuestra época, no seríamos simples huéspedes de la verdad si dijésemos que esa característica es la incapacidad de grandeza. Nunca hubo en el mundo, creemos, época tan apocada y mezquina. Somos incapaces de pensamiento profundo, de emoción intensa, de acción coordinadamente superior. Somos los artificiales y los provincianos de nosotros mismos. Ni se podría describir mejor lo que está aconteciendo, en las almas y en el mundo, que dándole el nombre de provincianización de Europa»

(Fernando Pessoa/Bernardo Soares: Livro do Desassossego)

¡LO MÍO!

Me dice uno de los pocos sabios que van quedando que, como todos tenemos demasiados problemas para poner a raya a su narcisismo, que cada palo aguante su vela. Lo peor es dejarse enredar en el narcisismo ajeno, siempre tan ávido, insaciable.

MIENTRAS, SIGUE LA GUERRA

Tratándose de los países, hay una cosa en que serían exactamente igual que las personas: mientras les falte valor para ajustar las cuentas con su pasado, no tienen de verdad futuro, ninguno.

IMPOTENCIA

El análisis contextual del pensamiento de los filósofos que remite incluso cada fragmento escrito al conjunto o a la totalidad de su obra, igual que su constante desmenuzamiento crítico, en lo histórico-social y en lo político, es sin duda una aportación valiosa y bienvenida. Pero por lejos que lleguen nunca alcanzarán lo esencial, ese nivel profundo y recóndito en el que se disponen los problemas cuasi eternos de la condición humana, los innumerables desgarros inevitables en la vida de unos animales auto-conscientes que necesitan los unos de los otros pero que tantas veces ni siquiera se soportan. Hoy más que nunca se desprecia “lo profundo” desde una posición pretendida, seductoramente superior que lo habría dejado atrás como lamentable residuo de una actitud infantil de ridícula inocencia, por fortuna ya superada. Pero todo esto muchas veces se debe, sencillamente, a que a muy pocos les quedaría todavía la capacidad o la paciencia o ni siquiera el interés de profundizar en nada. En una palabra, a casi nadie se le da hoy el don del pensar, teniéndose entonces que limitar sus comentaristas forzosamente al comentario de lo pensado cuando todavía nos era dado ese don.

ÜBERMENSCH

Significa, simplemente, instalarse más allá y por encima de la lógica universal del intercambio: deshacerse regalando es el supremo poder.

«Donde acaba tu soledad empieza el mercado». Y la moral es la apoteosis del mercado, del intercambio, de las equivalencias de precios: la culpa es originariamente y en esencia la deuda, ya se sabe. Lo que se debe, el deber. Y la venganza y su ansia es la exasperación del comerciante que todavía no se ha cobrado lo que por contrato le corresponde, el contrato con Dios que es el contrato con los hombres; igual que la envidia y la igualdad a toda costa no son, desde esta perspectiva, sino la autocomplaciente exigencia de saldar cuentas de una vez por todas (exigencia de «justicia»). «Der Mensch», en definitiva: el animal que calcula equivalencias, que ajusta precios, pero el hombre es algo que tiene que ser superado.

UMWERTUNG

La nula lucidez constitutiva de nuestro tiempo, la estulticia del que se siente a gusto sólo en el rebaño, nunca podrá ver que si hay algo que sea bueno no es sino porque hay mal, y que si algo es bello es porque hay fealdad, y si algo sublime porque hay estupidez y vileza. De manera que, si pretendiéramos eliminar completamente a los malvados, los ontológicamente feos y los tontos, nos lo cargaríamos todo, nos hundiremos en la nada absoluta, destruimos la vida humana en su raíz. (Se trata del miope y fatal prejuicio cristiano, evidentemente, por mucho San Agustín que se esgrima con su problema del mal, y por mucho que nos impresione la potencia colosal de Leibniz). La única opción que nos queda a nosotros es sortear el horror como mejor podamos, y acertar a manejarlo, superar mal que bien el asco, incluso jugar con él, porque todo moralismo, fanático como es, mata más que fumar.

Como dijera el sabio castizo, si prescindimos de la parte maldita, entonces «apaga y vámonos», de eso no hay la menor duda. Ahora bien, la parte maldita como tal, sin penitencia, sin redención. Dependemos del mal para ser buenos, pero del mal como tal, sin la delirante pretensión de que sólo será admitido en el recinto de lo respetable si se transforma en bien, si se purifica.

CONTRA EL VICIO

«[…] yo quiero incluso compartir una proposición de mi código moral contra el vicio: con la palabra ‘vicio’ combato toda clase de contra-naturaleza, o bien, si uno ama las bellas palabras, el idealismo»

(Ecce Homo)