“(…)
Quien no pueda danzar al par del viento,
Quien haya de ceñirse ligaduras,
Espíritus decrépitos, ancianos prematuros,
El gazmoño, el hipócrita, el farsante,
Huyan de nuestro alegre paraíso.
Arrojemos el polvo del camino
A las narices del enfermo; a golpes
La nidada espantosa de los tristes.
Y disipe en la costa nuestro aliento
El aire infecto que su pecho expira
Y el opaco claror de sus miradas.
Guerra al que enturbie el cielo, al que ennegrezca
El mundo, a todo aquel que arrastre nubes;
Despejemos los ámbitos celestes.
Ruja nuestro furor. Sublime espíritu
De los libres espíritus, contigo
Ruge cual tempestad mi noble dicha.
(…)
(Nietzsche: Fragmentos de AL MISTRAL)
